Evitame Porfavor en el Viaje.

Donde lo predecible puede fallar y yo, espantada, escapar no puedo.

8.18.2010

Reconozco


Reconozco, hoy tuve propósito y fracasé. Nada. Quise levantarme temprano y hacer algo diferente y fracasé.
Despierto, es muy tarde, me avergüenzo de mi y quedo en cama un poco más. ¿Qué hacer por lo que resta del día?
Leer, porque antes de dormir, también leí y entonces leí.
Decido moverme, desayunar algo, cualquier cosa. No hambre, no ganas, no nada. Entonces mejor sigo con la vida, con el día como pinta. Busco algo que hacer en la red. Busco escritores pueltiriqueños. Busco mis vicios.
Me quedo en pláticas amenas y un tanto picantes. Después vendrá lo que vendrá.
Y yo, infeliz de mi, paso el día así.
Cocino finalmente es estos lares: mis amados vegetales. ¡Pero qué súpercocidos están los ejotes enlatados! Empiezo justo ahora a hacer una lista mental de lo que debería comprar para el consumo. ¡Vegetales, aunque sea congelados, pero no enlatados! #necesarios como lo pondría en el twitter.


Ya en la noche, más resignada y menos culpable por hacer este tipo de día, salgo al patio – en donde está a 21ºC, según el yahoo– y miro al cielo: Ese cielo que no conozco ni reconozco; las estrellas esas que miro no las había visto nunca así. ¿Y la luna? La luna muy grande vigilante.




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