Evitame Porfavor en el Viaje.

Donde lo predecible puede fallar y yo, espantada, escapar no puedo.

3.28.2011

Motivos

Por el momento se han terminado los motivos para escribir aquí.
El viaje ha sido largo, bella la aventura (cuando no hubo terror).
Hay gente buena y mala en todos lados, pero pareciera que es mejor amistarse con los estadounidenses que con los chicanos (mezcla de razas, de culturas, pero con muchos complejos de inferioridad).
En México estoy. Veremos que arreglo.

3.21.2011

21-23


Cada vez más cerca.

Despierto. Escucho el silencio. Afuera está nevando. No mucho, ni poco, pero la temperatura no deja que se acumule la nieve. Desayuno. Deborah se va temprano (o antes de lo acostumbrado). Me quedo sola. Empiezo a empacar.
Muevo, subo, bajo, medito, empaco, meto, saco, desempaco, lucho. Mi gato me cuenta de sus óperas favoritas en tanto. Platico, lucho, meto, pienso, platico.
Tengo hambre, como. Tengo que hacer pipí, hago pipí. La hora de que llegue David se acerca. Me ducho y visto. Pareceré retrato estos días: con la única ropa que dejé afuera de las maletas.
David llega. Le enseño mis maletas.
Vamos a cenar a un lugar sumamente gringo. Todo frito, pero rico.
Calamares de entrada, ensalada. Él, sandwich de pavo, yo, salmón. Patata dulce frita. Cerveza.


Platicamos de todo y de nada. Él se ve triste y cansado.
Me trae a casa y le doy un beso. Nos veremos pronto.


3.20.2011

20-23


Cada vez más cerca.

Despierto. Desayuno. Platico un poco con Florence. Le digo que saldré y salgo.
Uso mis piernas. Voy al lago Champlain.



Tomo camino hacia el sur. Tomo el sol en varias bancas,



escucho las gaviotas, el lago, el tren,


la hélice gigante, la gente reír.
El lago está congelado y se pueden aventar piedras a él y ver cómo permanecen en la superficie.


Camino hasta que el paisaje no me gusta y me regreso.



El paisaje me da la oportunidad de volver a tomar el sol, descansar, admirar. No siento frío por el sol.
Me siento a la orilla del lago y juego con el hielo, quebrado, multiforme, frío. Hielo que promete ser todo agua muy pronto.


Voy a hacer algunas compras. Regreso a casa y como ricas enchiladas verdes.


No estoy cansada, sino emocionada por empezar a empacar.
Miro series por la red y espero. Esperaré a mañana.

19-23


NOCHE.

Me preparo para ver a Malou en casa de David. Por la mañana la invité a ir al bar favorito de David a tomar una cerveza y oír cualquier música. Esta vez quiero salir de noche y aprovechar que aún vivo en el centro.
Voy tarde y se me hace aún más tarde, pues me detengo a mirar la luna, la que dicen que es la más grande en quién sabe cuánto tiempo.


Camino hacia casa de David. Adentro está Malou en plan de descansar. Termina su show de televisión y salimos a la calla. Tiene frío, yo le digo que no hace tanto (ni ese) frío. Entramos al local. Adentro hacen pruebas de sonido. Compramos un par de cerveza y charlamos. Empieza una banda. Tocan suave. Usan contrabajo, dos guitarras, banjo y cítara. El grupo es de Canadá.
Platicamos más. Tomamos una segunda cerveza. El grupo The Oliympic Symphonium termina de tocar.



Salimos del bar, después de terminar la segunda cerveza. Vamos a casa de David (el cual no está por haber viajado a Montreal con algún tipo llamado Scott que conoció en Florida). Preparo cena para Malou, que tiene hambre. Cenamos. Me despido de ella.
Camino a casa, disfruto el frío,



miro las calles vacías.




3.18.2011

18-23


Despierto. Cansada y con mucho sueño. Deborah me dice que cómo me siento, le digo que bien. Estoy contenta por la exitosa cena de la noche anterior. Desayuno fruta, café, capirotada.
Quiero salir hoy, pero Deborah me dice que la plomera vendrá hoy. Me siento a escribir un poco (casi sin éxito). Llega la plomera con la dueña de la casa. Trato de ordenar ideas, pero estoy terriblemente cansada.
Almuerzo copiosamente. Llega Florence. La saludo.
Me visto y salgo al lago.


Hay sol rico.

Me siento feliz.


Me encuentro el hielo quebrado.




Veo un regalo perfecto.


Subo hacia la Church St. y me compro un saquito por $5.00 US. Refresca y regreso a casa.
Florence recibe una visita y sale. Me quedo sola.
Me preparo la comida: ricas enmoladas.



Descanso; no puedo más. Florence acaba de llegar.

3.17.2011

17-23


Me despierto. Sé que hoy es la cena. Duermo un poco más. Finalmente me levanto. Deborah, como siempre y como nunca.



Deja la mesa puesta para la noche.



Desayuno. Busco música y empiezo a cocinar.
Serán: Enchiladas verdes, rojas y de mole y pastel de tamal con frijoles refritos.
Melón con mandarinas para postre y capirotada. (La que ya había hecho)


Hago las salsas, pico los vegetales, monto el pastel. Hago todo sin parar hasta que llega la hora de cambiarme por ropa más decente.
Llega Malou, me platica que su novio africano terminó con ella. Llega Deborah, me ayuda con los preparativos para la cena. Me da instrucciones, le doy instrucciones. Es una party-maniac, como se describiría a sí misma. Abre una botella de vino, sirve a los que están ya allí: Malou, yo, Florence y su amiga Kate. Platican. Caliento las salsas y alistamos todo bellamente en platos. (Para que se vea bello, dice Deborah).
Llega Amy y su esposo Krishna. No aparece David. Termino hablándole por el celular de Malou. Pensaba que era a las siete. Llega en diez minutos. Todos platican entre la sala y el comedor.
Deborah y yo en la cocina, platicando de cómo en nuestras respectivas fiestas nuestros invitados están contentos y no nos necesitan y nosotras podemos estar en la cocina. Propone un brindis. Ella dice cosas muy bonitas de mí—lagrimita Remi—que se enamoró (encariñó) de mí; todos dicen algo. Extraño es hacer un brindis, más extraño en inglés. David dice que tiene en mí una amiga para toda la vida. Florence dice que ha sido bueno vivir conmigo. Amy dice que siente que haya pasado yo por cosas desafortunadas, pero que en los malos momentos uno conoce a los verdaderos amigos.
Pasamos a la cocina. De Deborah fue la idea de que yo diera instrucciones y cada quien se armara las enchiladas como le placiera. Agradecemos a los granjeros y a la gente que llevó la comida a nuestra mesa y comemos.



Platicas varias, sobre la India, sobre trámites migratorios. Dejo que ellos hablen; tardo en articular palabras y estoy cansada (además de hambrienta).
Deborah tiene la idea de, en viejas postales suyas, pongamos nuestras direcciones para mandárnoslas.



Amy se va. La correteo por el camino para darle su collar.
Quedamos otros tantos en la mesa, platicando.
Llega la hora de irse. Me despido de David y de Malou.
Florence ayuda con los platos. Guardamos todo.

Le doy las más tiernas gracias a Deborah y salimos de la cocina.
Me ducho y aquí ando.

3.16.2011

16-23

(En esta foto me parezco a mis tías las chichonas)

Estoy aquí, sin narrar lo sucedido en el día, porque hay poco que decir.
Me levanté, desayuné copiosamente y fui a la tienda por los ingredientes para la cena de despedida que ofreceré mañana.
Haré enchiladas verdes, rojas y de mole. También haré pastel de tamal (para que se acaben).
Si David lee su mail, habrá postre (capirotada guardada de hace días).
Haré agua de horchata o algo parecido.
Daré melón y mandarinitas (o algo así como aperitivo).

Estoy aquí sentada escuchando a Florence que platica con su amiga Kate. Qué extraño es pensar en ellas, que tienen en mente la vida acá, que tienen que los contenga en este país; ellas que se imaginan los años aquí. Y yo estoy por irme y sólo puedo pensar en eso. El corto plazo reina en mí y de los miedos me voy desprendiendo. Habrá cosas que no querré decir de nuevo y que será irremediable volver a contarlas. Habrá pendientes por resolver y muchas cosas que poner en orden.
Ahora reina el silencio, digamos que es silencio, porque escucho el zumbido del calentador y la voz lejana de Florence y su amiga. Deborah, callada ante su ordenador, comiendo nachos y dándole de comer a Josephine en su trompita. La perra Peaches, en el sillón (si no es que se ha movido ya) y Deborah pensando que mañana pondrá una silla en el sillón para que Peaches no se suba de nuevo y deje su aroma canino.
Ahora lo que parece ser la televisión, algunas voces y mi teclado, esperando ser golpeado por mis ágiles dedos.
El celular de Deborah suena, contesta: "Hello...I'm so glad you called...How's you going..."
Termino mi entrada triunfal. Pronto a la ducha voy. Cansada me quedé de hacer setenta tortillas...(¿hablan de mí?)


3.12.2011

Dejo NY


Despierto temprano, sola y fácilmente. Me levanto; todos dormidos.
Trato de no hacer ruido. Hago mis maletas y salgo.
Dejo las llaves en el hostel. Desayuno.
Camino hacia la estación del metro, compro mi ticket y voy a la Penn Station.
El tren aún no parte, aguardo.
La hora del tren llega; la pizarra anuncia la salida; subo al tren.



Dentro, encuentro a Tracy, excompañera del Deutsch. Viajamos juntas.
Ella está aburrida, yo dibujo.


Pasan las horas y las millas y llego a Burlington.

3.11.2011

ny4


Despierto. ¡Es tarde! Salgo. Desayuno. Paso al MET para hacer las compras que me faltan. Voy al Gugegnheim.



Lindo, obras de arte, pinturas, instalaciones. Miro las reacciones de la gente ante el desnudo y ante el sexo. Río.
Salgo. Camino por Central Park. ¡Hay sol!



Busco un lugar para comer. El lugar que Gisela me recomendó está vacío, decido no entrar. Camino un poco más. Como hot-dogs, los que vi en la televisión, con juguito que dice ser de papaya, pero que sabe a ¿naranja?
Camino hacia el cuarto para dejar las compras. Descanso un poco, muy poco y salgo.
La estación central.



Calle.



Me siento en un café y tomo una cupcake para morir de diabetes y un café de buen sabor.
Madison Square.


Toy r us.



Me arrastro hasta mi cuarto. Conozco a Noriko, hablo con el argentino. Llego acá.

ny3


Despierto. El desayuno. Camino hacia el Museo de Historia Natural.



El museo grande,



deprimente en algunas partes y



divertido en otras. Veo mariposas.



Salgo. El hambre me llama. Camino por Amsterdam para encontrar el lugar que Gisela me recomendó. Lindo café. Una ensalada y agua.

Camino lentamente hacia mi cuarto, para descansar para ¡la ópera!
Me desvío para ver el río Hudson.
Llego. Los alemanes me invitan a un bar en la noche, Rudys.
Salgo. Llueve y hay mucho viento.
La casa de ópera me espera.


La función comienza. Romeo y Julieta, dirigida por Plácido Domingo. El público le da fuerte aplauso. El tenor, (Piotr Beczala)me agrada, la soprano, canta tiene un mal comienzo (Hei-Kyung Yong).



La ópera termina. Afuera llueve a cántaros. Entro al cuarto y no hay nadie. Como rápidamente y salgo hacia Rudys.
Nadie se aparece. Tomo una cerveza y regreso a mi cuarto. Río. Alguien intentó ligarme. Río. Un negro de 21 años. Gracias, pero tengo quien me quiera.

3.09.2011

ny2


Despierto. Todos duermen. Una noche rara tuve, el chino de la litera de arriba cada vez que se movía, me despertaba. Veo la hora en mi reloj; debo levantarme, quiero levantarme.
Voy al baño. Todos afuera duermen.La mañana está fría y tranquila. Camino por Central Park para encontrar algo de desayunar y para llegar temprano al museo de arte de NY.Un bagel con mantequilla y café. Me siento a ver el parque.


Algunos corredores, otros paseantes. Mi desayuno sabe a algo que debe quitarme el hambre por muchas horas. Camino y miro cómo sí, las tomas de la televisión no mienten y sí, así es esta ciudad.


Llego al Museo, hay gente y niños en grupos que amenazan con hacerme la visita de cuadritos, lo cual no fue así.

Compro mi boleto y paso. Decido empezar por Grecia y sigo y sigo, sin rumbo sigo, hasta encontrarme en la planta alta del lado sur. Muchas obras, pinturas, esculturas de muchos siglos, milenios.


Estoy agotada, realmente agotada. Debo seguir utilizando mis piernas, por mi bien, para llegar al otro lado de Central Park y buscar algo que comer. Han pasado siete horas.

Camino a través de Central Park, sigo a los que parecen neoyorkinos, pues se ve que tienen un camino trasado en sus mentes, no como la enorme familia con pies de paseantes que tomaron otro camino. Llego rápidamente al lado oeste del parque y camino hasta Amsterdam, donde Gisela me dijo que había varios lugares para comer.

Encuentro un lugar chino y me meto; ya no tengo mente para decidir.

Como y sigo adelante, donde encuentro un lugar para helados y, como helado está afuera, decido tomar uno en lo calientito del local. Llega una familia e interrumpe mi descanso; termino mi helado y camino con paso firme y cansado hacia el sur, para llegar a mi hostal y reposar un poco.


3.08.2011

ny1


Despierto. Una hora antes. Una alarma de alguien más. Vuelvo a dormir.
Despierto. Mi alarma. Me levanto, voy a al baño, me vuelvo a acostar. Me levanto, visto, desayuno, salgo con velocidad increíble. Mucho nieve afuera. Arrastro mi maleta con cierta dificultad, Robota a mi espalda y mi lunche.
Llego a la parada del camión, justo a tiempo. Me lleva a Essex junction para tomar mi tren.
Viaje.



Toma tiempo.
Lunch.



Toma tiempo.



Muchos Estados.


Llego finalmente.
Hostal mediano.



Camino por las calles.



3.06.2011

Harvard Forest


Salimos, vamos al banco, salimos.



La carretera está tibia, nosotros también. Gisela duerme en la parte trasera del auto junto con sus chivas, David y yo platicamos en cualquier cosa sobre las carreteras. Despierta Gisela.



Relacionamos palabras en inglés, jugamos.
Llegamos con Linden (o creo que así se llama) nos ofrece lunch, conversamos con ella frente a la chimenea; nos despedimos y salimos directito a Harvard Forest.
Llegamos a Athol. Gisela hace sus compras. Las cosas allí parecen ser más baratas.
Nos cae casi la noche y entramos a Harvard Forest, adorables casas antiguas, piso de madera grises y calefacción funcionando.



Gisela arregla sus cosas, descansamos un poco y salimos a buscar qué comer.
La comida china se hace. El hambre que casi no aguantamos ya y la comida buena.


Regresamos. Todos cansados. Dormimos (a pesar de que yo aún no puedo, a pesar de bip de la poca carga del celular de Gisela, a pesar de que la otra inquilina de la casa llegó en medio de la noche).
Despertamos. Me despierta David con tan sólo tocarme la cara. Me levanto y lavo.



Desayunamos cereal. Exploramos la casa con tal de conseguir el mejor cuarto para Gisela; nada, ella se quedará—supongo—muy cerca del cuarto en donde dormimos.
Vamos al museo de Harvard Forest—una casa contigua a donde estamos—y miramos la historia de la destrucción y reconstrucción de dicho bosque en dioramas.
Es hora de irnos; no hay más tiempo para explorar el bosque, doy mi última respiración profunda, allí, donde sí hay aroma, y subo al carro con David.
Maneja y me da dos opciones: Brattleboro o Montpelier, escojo Brattleboro, por ciudad funky, según él dice.



La ciudad es linda, aún en día lluvioso. Entramos a varias tiendas; antigüedades y demás cosas.



La nieve amenaza; sin embargo David propone ir al lunch en Montpelier, si es que la nevada no ha empezado en Burlington, sí empieza. Vamos directo a Burlington, despacio, hielo, nieve, mas no frío.



Llegamos a casa con bien.