Evitame Porfavor en el Viaje.

Donde lo predecible puede fallar y yo, espantada, escapar no puedo.

10.28.2010

Choice


Abro los ojos. Apago el despertador Turutututú (que ahora se niega a jugar en la red). Quiero dormir. Duermo. Escucho el auto de la profesoresa; es tarde, realmente tarde, procuro dormir. Hago el balance del día que viene y digo: No quiero salir.
Cierro mis ojos. Quiero hacer pipí, pero cierro mis ojos, de todos modos es tarde ya. Escucho a la professoressa, me dice que ya se va. Le digo que está bien. Cierro mis ojos. No puedo. La escucho partir. Voy al baño. Regreso a la cama. Duermo. Quiero dormir. Mando un mail a la professoressa para decirle que nos vemos en la casa. Duermo.
Despierto. Es tan tarde, no lo es tanto. Despierto. No me quiero levantar. Tengo algo de hambre. Voy por cereal. Regreso a la cama. Escucho el radio mexicano. No quiero hacer nada. En algún momento me he de levantar. No. La professoressa llega finalmente. Después no escucho nada.
Me levanto. Como que es hora de comer. Nada en la cocina. Decido hacer lentejas y leer en tanto esa novela que me traje quesque kitsch. Lentejas, lentejas, hervir lentejas, prepararlas, guisarlas, ponerles plátano macho que compré acá de a dos por $1US. Leo, leo, se guisan.


Las como. Me quedaron muy buenas.
Limpio. Bajo. Sigo leyendo. La cosquillita de la labor existencial hace que deje la novela y relea algunas notas, para reunir mejor mis ideas. Estoy en eso, cuando la professoressa me pasa su celular, que me llama Gisela. Me dice que están cerca de mi casa, que irán a un recital, que me enviaron mensajes a las 4, que si quiero, pasan por mí. Veo mis fachas, huelo feo, mis chinos parecen rastas. Tengo que decirle que para la otra. Me arrepiento un poco cuando cuelgo, pero prefiero seguir con esto de las notas.
Veo Tv. Sheldon, tomo mi ducha –que ahora será por las noches– y veo más tv: CSI con la professoressa. Subo a cenar, hace hambre. Me dice de su viaje a las Vegas y a California y después me dice que su madre le dijo que puedo ir también. Estoy pensativa.

10.27.2010

1 2 3 ¡calavera!


Mis ojos abiertos, no se quieren cerrar más. Escucho el radio arriba. ¿La professoressa no se ha ido? Ayer me dijo que se iría temprano. Veo que no es precisa con la hora, que cuando dice que más temprano, sale más tarde y viceversa. Me levanto. Hoy haré un largo día.
Estoy casi lista. Preparo el lunch para la tarde mientras desayuno. Hablo con la professoressa sobre cualquier cosa. La hora del autobús llega, subo y le pregunto si sí irá a la universidad, porque no me ha dicho nada; dice que sí.Salimos a la Uni.
Me deja en una puerta lateral del Waterman.
Espero mi clase de alemán leyendo el Seven Days para seguir con mi búsqueda infructuosa de maestro de canto. Comienza la clase de alemán. Mi Lehrerin es muy amable siempre conmigo; sin embargo no quiero estar encerrada, quiero salir: veo que afuera está el sol.
Termina la clase y me quedo en una banca. Allí haré mi labor existencial. Tomo el sol necesarísimo, leo y hago notas.


¿Ven lo que yo veo?

Casi termino a Giesz... Termino a Giesz. Las cinco ya van a dar, me encamino a la biblioteca para pasar mis últimas notas y descansar en uno de esos sillones cómodos y bonitos. Paso notas con rapidez, porque veo que la hora de la cita con Gisela se acerca. Termino a tiempo. Voy al baño, tomo agua del bebedero y salgo. Afuera el sol se ha ocultado ya; estoy cansada; tengo sueño.
Gisela llega. La acompaño por sus cosas a su oficina. Vamos al Davis Center a platicar. La nueva hora marcada llega y vamos al Living & Learning para su charla del día de muertos.




Termina la charla. Cosas sobre el altar.



Entran los de la unión de los estudiantes latinos


y nos dan instrucciones para decorar calaveras de azúcar que ellos hicieron.


El episcopal están también allí, ahora escucho que es de ascendencia puertorriqueña.



Nos divertimos.



Termina la reunión, charlo con gente, quedo con alguna otra de hacer comida mexicana.


Ésta es la mía.

Camino hacia el centro con Gisela y con David, un integrante de otro grupo de Latin-american algo, que pasó tiempo en la India, cocina hindú, vive solo y lleva tres años viviendo en Burlingon. Platicamos, gesticulamos. Mis tres palabras en inglés parecen funcionar para lograr comunicarme. Afortunadamente, mi oído se ha acostumbrado más al inglés, aunque no tanto como para no pedir que me repitan algo si no he entendido.
Llegamos a la parada del autobús; David nos ofrece llevarnos a casa. Acepto, pero le aclaro que vivo lejos. Llegamos a su casa, va por las llaves de su auto y nos lleva.
Llego a casa a salvo. Muero de hambre. No me hace bien sólo comer sándwich, tengo que cocinar comida de verdad. Ceno. Limpio. Bajo. Mis vicios de la farándula. Estoy aquí.

10.26.2010

Noch Lustlos


Abro mis ojos. Es de mañana. Hora de levantarse para ir a la Uni. ¡No quiero! ¿Y si me quedo esta vez en cama y leo todo el día? Mas, la promesa de que este día la temperatura subirá a 20ºC hace que me levante como resorte usado. Bañome, vistome, desayunome, los dientes lavome. Lista estoy. La professoressa, casi lista, aunque por alguna razón me gana siempre, debe ser que todo lo piensa y nada lo dice y cuando me doy cuenta ya ha salido.
Vamos a la Uni y el paisaje es bello. Llegamos. Voy al Davis Center a leer para la clase de hoy, porque no leí en la noche, mas que tres páginas.
La hora va rápido. Voy a clase. Mis compañeros de siempre, los saludos, la clase, ¿cuál clase? Si me hubieran dicho que iban a pasar una película, me hubiera quedado en casa. La película trata de las peleas entre los marinos y los pachucos en LA en los años 40s. Salimos. Camino con Andy a la biblioteca. Tendré una sesión más larga de lectura, pues la professoressa dice que tiene asuntos y que se desocupa hasta las 13:30. Leo, busco palabras, busco un libro, leo, rayo, escribo, veo el reloj, leo, rayo, escribo. La hora ya está en las manecillas y regreso al Waterman.
La professoressa aún no llega. Salgo a que me de el sol. No me gusta desperdiciar sol y estar encerrada.
Salimos, vamos a la tienda. Llegamos a casa. Salgo al monte,



hace mucho que no lo camino



y el día hoy lo amerita.



Los cuervos se oyen y las hojas.


Ramas y plantas moribundas.



La professoressa dice que comamos el caldo de ayer y que si le echa agua para que rinda. Me sorprendo. Le digo que sí se puede, pero mejor echándole agua caliente. El caldo está listo. Comemos.
La labor existencial me llama. Papaloteo. Luego sigo y leo tan lentamente como siempre y pienso. Reflexiono poco, nada, casi nada, para esposa, para novia, para puro vacilón.
Llega la otra de la tv. Veo a Clive Owen en faceta de papá. Subo a cenar. El hambre. Hago omelette de salsa de espinaca con queso de cabra. Queda delicioso. Tomo té.


Termino de cenar, limpio, bajo y aquí estoy.


10.21.2010

Improductibilidad


Escucho a la professoressa partir; sigo dormida; la alarma suena; no me quiero levantar; sigo dormida; decido ya levantarme; es un poco tarde (ya se está haciendo costumbre). Pienso que no debí decir que sí quería ir al almuerzo, que mejor debo quedarme en casa para avanzar con la lectura. No. Pienso que debo ir, que ya hice el compromiso; pienso, por otro lado, que veré a la texana y que no me va a gustar nada. Me levanto. Me baño muy bien, visto y salgo.
Llueve, hace frío, debo tomar el autobús. Si pasa de largo, me regreso y espero al siguiente, total si llego tarde al almuerzo no pasa nada, es almuerzo ¡pero estoy en el gabacho, de seguro es falta de educación llegar tarde, aunque sea un almuerzo, además es con una escritora invitada por la universidad!
Llego a la parada; he visto el autobús de ida, así que no tardará en venir a mí. Se acercan dos niños que conducen a su madre en silla de ruedas. Los niños son amables; su madre se ve realmente enferma; ojalá esos niños tengan una buena vida. Llega el autobús, ellos suben a su madre. Los autobuses acá tienen un sistema que hace que las llantas bajen para que el escalón sea menos alto, además de tener una rampa para sillas de ruedas, ¡que sí sirve!
Subo, paso mi ticket de 10 rides y me siento. Escucho Mahler.
Llego a mi parada. Bajo. Camino para hacer tiempo, pues aún faltan cuarenta y cinco minutos para la hora del almuerzo. Mahler sigue en mis oídos.
Entro al Waterman, aún falta tiempo. Me siento en una banca del pasillo hasta la hora marcada. Subo al cuarto piso. Veo a la texana; ha llegado ya. Tengo que decir en la mesa de la entrada que voy al almuerzo con Judith Ortiz Cofer, cuando estoy a punto de decir eso, llega la tal Judith, me presento con ella y la mujer de la mesa nos indica dónde sentarnos.
Llegan los convocados poco a poco (convocados: los estudiantes y compañeros que sí quisieron ir al almuerzo bajo invitación de la professoressa). Nos presentamos todos entre todos, charlamos, ordenamos. Me sorprendo. ¡Platican y comen! Entre que tomo parte de alguna charla, entre que mis compañeros de clase me preguntan de la professoressa, entre que le pregunto a la escritora cualquier cosa. Termina el almuerzo. Yo termino todos mis platos. ¿Por qué los gabachos dejan algo en los platos, todos ellos? ¿Es cultural?
La escritora se va con los compañeros de mi clase; yo, sin querer, me platico con la texana. Resulta no ser latina tan horrenda. Habla de tamales y gorditas. Cultura compartida: Importante.
Salimos todos. La texana me dice donde será la charla. Voy a la biblioteca y hago por la labor existencial. Leo poco, pero intento comprender bien, muy bien.


La hora marcada, nuevamente, voy al Billings. Entro. Es un edificio muy bonito. La charla está por comenzar; me encuentro a una compañera de clase, me hace compañía, hasta que la professoressa me llama y me presenta a una bióloga del DF que hace posdoctorado acá, se llama Irma, aunque en realidad se llama Gisela.
La charla va bien. La mujer conferenciante sabe hablar en público con humor. Después hay una recepción. ¡Comida gratis! Vamos todos sobre los pasteles, quesos, frutas, ponche, café. Charlo con Gisela o ella charla conmigo. Es poco tiempo me entero de detalles importantes de su vida. Se acerca a nosotras mi Tandempartnerin y dice que si somos amigas, le decimos que no, que luego se nos da por hablar por los codos.
Se nos pega un hombre extraño, joven, Denis dice llamarse y dice no saber nada de español. Hablamos las tres con él. Se forma un lío. Llega gente a la conversación, se va, llega, se va.
Al final quedamos solamente Gisela, mi Tandempartnerin, Denis –que resultó ser presbiteriano, según oí– y yo.
Debo apresurarme, se hará de noche muy pronto. Pido mails y me despido.
Salgo a toda velocidad hacia la parada del autobús. No sé a qué hora sale, pero espero que no tarde mucho. Cuando estoy por llegar a la parada central, veo cómo cuatro autobuses parten; no alcanzo a ver si uno de esos era el mío. Me acerco a los horarios y... el siguiente autobús saldrá en una hora. ¿Qué haré en toda esa hora, con 5ºC y con ganas de hacer más nada que llegar a casa? Camino por Church st. otra vez. Entro a una tienda a buscar películas. No encuentro nada. Voy al museíto de arte moderno y me quedó allí un rato jugando con las pantallas. La hora del siguiente autobús se acerca y camino hacia la parada central con vigor, pues hace fío y no quiero esperar otra hora.
Lo tomo. Se me quita en frío con la excesiva calefacción. Esta vez no escucho música; debo estar atenta para que no se pase mi parada; logro reconocerla y bajo.
He estado muy contenta de ver gente hoy.
Llego a casa. La professoressa no ha llegado de su cena académica-nice. Saludo al perro del infierno. Me quito mis trabajosas botas (finalmente las usé, por eso no morí de frío). Veo tv. La professoressa llega, vemos CSI, platicamos del día.
Estoy aquí.


10.18.2010

Oregon


Despierto muy contenta. Es algo tarde. Escucho a la professoressa salir con el perro infernal y me levanto. Me apresuro para quedar lista y salir; no sé si la professoressa saldrá también. Me dice que me dará ride de ida, pero de regreso tiene cosas que hacer. Bien para mí. Llego a la Uni, espero un poco y luego entro a mi salón. Llega mi compañera Phoebe y finalmente me atrevo a hacer un poco de charla, tarde, porque llega la Lehrerin pronto, pero alcanza a decirme que es de Oregon y que fue a estudiar hasta Vermont, justo porque está muy lejos.
Tomo clase, anoto cosas. Termina la clase y me despido.
Hoy, pienso, si el autobús de las 12:50 me gana, iré a buscar películas. Me gusta este día, fresco-frío, con el cielo que se puede entrever gracias a estas nubes abiertas, además no muero de frío. Camino con vigor, a paso de Arcade Fire, que me pone siempre muy contenta, y llego a la parada de mi autobús; una señora espera por él, así que no ha pasado aún.
Tras cuatro minutos, veo que se acerca. Lo tomo. Escucho más música, me pongo contenta, será porque esta vez no tuve que sufrir a los freakis que esperan el autobús en la parada central.
Bajo de autobús y camino hacia la casa. Allí aún no está la professoressa; me dispongo a cocinar, será día de no cadáver.
Spaghetti Hulk.


Es muy verde, porque tiene las espinacas que logré rescatar, como se maltrataban en el estrecho cajón en que fueron metidas, tuve que tirar algunas, pero otras muchas las consumí.
Termino de comer y bajo a hacer la labor existencial.
Llega la professoressa y me pregunta que es, le digo que espinacas. Esta vez sí come (debe ser la pasta).
Sufro el resto de la tarde con Giesz y sus vueltas, vueltas, vueltas, hasta que llega la hora de ¡no más! Veo House y sí, veo Dexter. (¡Qué bueno es Dexter!)
Subo por cena, la professoressa se ha ido a recoger muy temprano y ha dejado algún traste sin lavar, los lavo, bajo y aquí estoy.

10.15.2010

Viernes de tormenta


Despierto, no quiero despertar, duermo, despierto, oigo a la professoressa sacar al perro del infierno a pasear, duermo, despierto. La professoressa dice que sale en cuarenta minutos, que el día está muy feo para tomar el autobús. Me levanto. Sí, el día está muy feo, no sólo llueve, sino que hace viento, no brisa, fuerte viento.
Rápidamente me preparo y salgo con la professoressa. Todo afuera es gris y mojado. Me deja en la puerta del Waterman y espero a clase. Me siento como una niña aún dormida que obligaron a asistir a clase. Leo Nietzsche. La clase comienza. Los compañeros llegan todos mojados; una de ellas, Meredith, creo, me dice que soy afortunada, que me veo muy seca, no alcanzo a responderle que alguien que trajo y que me mojaré más tarde, cuando vaya al centro a tomar el autobús.
La clase es buena, aprendo nuevos usos de conjunciones.
Salgo. Sé que esta vez veré mi suerte. Camino con mi chamarra de España, mis botas de lluvia y un paraguas. Lucho contra el viento; recuerdo que el paraguas no es mío y que no debo dejar que éste se voltee. El viento nos azota, a mí y al paraguas, pero todo bien. Agradezco tener botas de lluvia, agradezco tener esa chamarra... esa chamarra, la heredad.
Llego a la parada del autobús, espero de diez a quince minutos. Lo veo llegar y me subo en él. Adentro, la calefacción; me seca la ropa. Afuera, peor que en el centro, pues estamos casi a ras de la laguna, esquina las verdes montañas. Mucha lluvia, mucho viento.
Bajo del autobús, camino, atravieso el pedazo de monte correspondiente. El viento de pronto azota el agua contra todo y muchas hojas han caído, no sólo las amarillas y rojas, sino muchas verdes.



Entro a casa, me saco la ropa mojada y emprendo la cocinada: Será sopa de pescado.



Como. Espero a la professoressa, pues aún no ha llegado y he cerrado la puerta de vidrio porque el viento la azotaba, la abría y la cerraba.


Llega la professoressa. Mi labor existencial comienzo, pero me gana el sueño. Duermo.
Despierto, duermo, despierto. Algo debo hacer de provecho. Hago finalmente labor existencial a ritmo de Telemann y su Pasión según San Lucas, lo barroco ayuda a tener buen ritmo durante la hechura de notas.
Ceno más sopa de pescado, la cual la professoressa no tocó, ni olió siquiera y vengo acá.

10.14.2010

Un día otoñal.


Me levanto. Con la profesora voy a la Uni. Los árboles me restriegan que es otoño ya. Yo gozo.



Entro a clase. Temas nuevos para ellos, repaso para mí. Salgo. Vamos por comida, calabazas, levadura, pan. El plan venidero.
Llego a casa y gano la cocina. Calabaza rellena:


La labor existencial poco avanza, mucha calabaza en el sistema. Prometo poner más empeño mañana. Debo de...
Estoy aquí después de algún berrinche por mis frivolidades. En realidad solamente quería enseñar mi calabaza rellena de elote y gratinada con rico queso.

10.11.2010

El cumpleaños


Despierto. Tarde. Veo que el reloj no se detiene y me levanto. De todos modos, si se detuviera, no dejaría de pasar el tiempo. Envío twitt para felicitar a @Symbelmyneazul. Hago todo lo más pronto posible y salgo. La professoressa esta vez no sale y me toca tomar el autobús de vuelta. Me alegro un poco, porque tengo ganas de caminar y hacer algunas compras. En la parada de autobús, ésa que tiene wi-fi, envío otro twitt para @Symbelmyneazul. Tomo clase de alemán. Mi compañera Phoebe se ha pintado el cabello de verde, todos le preguntan sobre eso.
Salgo con premura para tomar el autobús de las 12:50. No lo alcanzo de nuevo. Entro al Borders a buscar algún libro lindo, encuentro algunos. Miro la hora cercana del siguiente autobús y salgo a esperarlo; esta vez nadie me dice algo de algún "joy". Subo al autobús y bajo antes de la tienda, en el banco. Está cerrado, que dice que por Columbus Day, saco dinero del cajero (ya estaba allí) y camino hacia la tienda. Entro, veo las calabazas butter, tomo una, veo las uvas baratas, agarro una bolsa; busco pastillas contra la tos, tomo las de miel, sin el "sugar free" que tan feo sabe, y más baratas. Voy a los bombones, tomo los últimos baratos que quedan. Recuerdo que el orégano en casa no es nada fresco y que es bueno en té para la tos, tomo un bote y luego busco miel. La busco y casi me doy por vencida, hasta que la veo finalmente.
Pago. Salgo de la tienda. Camino. Este día ha sido raro, callado, solitario y amarillo. He tenido un poco de miedo por eso y por los pensamientos de que algo pasará.
Llego a casa, como lo que está en la estufa: como migas, frijoles y me hago un huevo estrellado. Por la labor existencial hago hasta que llega la hora de la tv.
Termina mi hora de la tv y aquí estoy, sentada, en espera de quien venga para felicitarle.
Aunque ya lo hice el el blog mío... nuevamente lo hago acá.


FELIZ CUMPLEAÑOS LIEBCHEN.

10.08.2010

Las enfermedades


Días de enfermedad amenazante.

Despierto y no quiero levantarme, mi cuerpo no se siente cortado, pero sí con muy poca energía, mas tengo que ir a la Uni para... para algo. ¡Ah! Que las clases. No me lavo el cabello y salgo, previo desayuno con la professoressa. Tengo clase, doy una vuelta a pesar del frío. Cuando regreso al Davis Center, veo que el sol ha salido; los estudiantes se ven contentos, ¿por qué no estarlo yo también? Regreso a casa con la professoressa. Esta vez yo como de su comida: Berenjena y cuscús. Al subir la escalera, siento mareos. Como, digo poco, bajo y me acuesto en la cama. No despierto sino hasta las 7 pm. No puedo hacer labor intelectual. Ceno caldo de hace dos días y bajo para mi vida social en la red... No hay red... Subo, bajo, subo, pico; tampoco hay teléfono. Le digo a la professoressa que no tiene ni red ni teléfono. Me dice que hablará para la reparación pedir.

Despierto. Como me puse mis ungüentos e hice mis gárgaras, me levanto un poco mejor, además de haber dormido bastantes horas. Me baño toda toda, me visto, desayuno. La professoressa esperará a los del teléfono, así que parto a la Uni en autobús. Desde la mágica parada, puedo usar el twitter, ¿cómo es que hay wi-fi ahí? No sé. Tomo el autobús. Llego a la Uni, tomo mi clase, salgo corriendo para alcanzar el autobús de las 13:50. Nomás lo veo dar la vuelta a una cuadra.
Espero a que salga el próximo, a las 14:15. Me pongo los audífonos y escucho Radiohead. Un hombre me saluda y me dice algo de "Joy", yo sólo le digo "No" Dice "Ok". Cuando volteo, no está más. El autobús llega, lo tomo, viajo, me bajo. Llego a la casa cansada y sin ganas de comer, pero algo he de.



Hago sopa de papa y vegetales.



Después me fuerzo a hacer la labor existencial, aunque me distraigo un poco más antes de sentarme a pasar las últimas notas de este libro.


TV, papaloteo y la professoressa llega. Trajo pizza. Ceno pizza. Finalmente algo que me apetece, aunque no del todo. Sigo mareada, inapetente, cansada. Me conecto a la red. Paso mi nuevo cuento al A&M, blog de cuentos, y espero a que lleguen mis amigos.


10.05.2010

Reclusión


Despierto. Es un poco tarde. No me lavo el cabello. Me visto. Desayuno. Salgo con la professoressa, a la que también se le ha hecho tarde. Llego a la Uni. El día está muy bonito, las nubes dejan ver el sol y me siento en una banca a leer el cuento para la clase del día de hoy. Me distraigo tomando fotos y leo y tomo fotos.


Entro a clase. Todos los alumnos están perdidos; es que en realidad sí es un texto sólo para hispanohablantes, no es de esos textos que leímos de Sujeto, Verbo, Predicado, no, este cuento tiene figuras retóricas y lenguaje rico.
Termina finalmente la clase. Todos nos alegramos; le digo a Andy que si tiene tiempo; me dice que tiene que hacer para un proyecto de su clase de Religión. Se va. Me encuentro con Teresa, mi Tandenpartnerin y camino con ella hacia el Davis Center; tiene que ir por su auto para manejar a su casa.
Me quedo sola. Me siento en una banca de piedra muy maciza e intento leer a Nietzsche. Me distraigo más que nunca. Veo la gente pasar, andar, chiflar, patinar, comer, platicar. Leo únicamente la introducción del editor. La hora llega en que debo irme con la professoressa a casa.
Llegamos. Me aíslo. Mi cuarto, Turutututú y el twitter, que a veces hace reír y a veces hace enojar. Me entero de los chismes del momento. Intento dormir, mas no puedo. Salgo finalmente y voy a la cocina. No hay comida en la estufa, mas sí en el refrigerador. Caliento el pescado del otro día y como. Como aún no tengo inspiración para la labor existencial y me he quedado sin pan ni galletas para tomar con el té o café de la noche, me pongo a hacer gorditas de maseca-harina con un poco de canela y café.



La professoressa termina su siesta, sube y come también del recalentado de ayer.
Bajo y emprendo –ahora sí– la labor existencial. Gillo Dorfles es bueno, paciente y bien explica, no me desespero en las notas, pero sí me distraigo otro poco cuando veo el sol tan bonito que se cuela por la ventana, mientras escucho música mexicana de orquesta y decido salir a tomar el poniente sol.


Saco mi cámara y después de un par de fotos, escucho graznidos; volteo y vuelan en forma de V, las aves migratorias, por supuesto.



Me alegro de haber salido esos quince minutos al patio.



Regreso y sigo con la labor existencial hasta la hora en que la tripa de la cena me molesta.
Ceno, bajo, escribo el blog mío y ahora aquí estoy.

10.04.2010

Suéteres


Me despierto, escucho la radio de la professoressa, no quiero oírla y duermo un poco más. Supongo que está acostumbrada a ponerla a todo volumen y que piensa que no molesta, mas... molesta. Nada puedo hacer y duermo.
La hora de levantarme llega. La hora de salir de casa llega. La hora de clase llega.
Espero un poco antes de entrar, me siento en una banca a gozar del sumo fresco otoñal y yo con un suéter ligero; no tengo de otra que aguantar o meterme al Waterman; hago esto último.
Dentro, escribo, el diario de calle que sigo llevando, porque es importante seguir haciéndolo, porque sino, enloquecería o tendría más síndrome de abstinencia del que ya tengo. No cantar, no estar activa, me está bajando un poco la energía vital. Entro a clase. Salgo de clase.
A paso apresurado voy, para alcanzar el autobús de las 13:50, para no tener que esperar media hora más. Lo alcanzo.
Escuchó con Turutututú Arcade Fire, pienso en nada, veo las calles.
Bajo en la tienda de 1 Dollar. Hay cosas que deben comprarse baratas. Tengo frío, tengo fresco. Entro. Encuentro muchos cuadernos, tomo los que considero necesarios y veo suéteres, tan baratos y no feos. Sí, compro suéteres de un dólar. No me importa, no son feos, uno rojo, uno gris y dos cafés.
Salgo y camino hasta casa. Los meto a la lavadora y subo para cocinar lo que será la comida del día de hoy... Carne para tacos:


Termino de cocinar, como, soy feliz. Bajo para la labor existencial, pero estoy muy cansada y paso un par de horas descansando, charlando alargadamente vía twitter, hasta que entran las ganas verdaderas de trabajar.
Trabajo, música rara, le cambio, trabajo, termino, ceno, bajo.
Aquí estoy.

10.03.2010

Octubre llega


Solamente fotos de estos días.
Pollo encacahuatado.


Yo frente en el patio.


Lluvia todo el viernes. El sábado no, pero baja la temperatura. Y octubre llega más rápido que un parpadeo. Acostumbrarme he, para no confundir fechas en el diario.
Este día será de más labor existencial, tiene que ser...