Evitame Porfavor en el Viaje.

Donde lo predecible puede fallar y yo, espantada, escapar no puedo.

10.04.2011

Mazapa, Puebla.



Salimos de casa a medio día. El camino es agradable. Hay nuevas carreteras que acortan el tiempo de viaje; sin embargo siempre la salida de la ciudad es un martirio: Lenta por donde se escoja. Llegamos directo al pollito enchilado de Acuaco. Como con voracidad. Vamos hacia la casa donde mi padre fue parido, un edificio que fue granero de una hacienda agrícola.



Coincidimos con el festejo de los cincuenta años de mi tía Dulce. Casi todas mis tías están: Efigenia, Irene, Esther, María Elena, Julia, Dulce y mi tío malo, llamado Juan, por supuesto.



Hay baile, mole y pastel.

Termina el festejo y todos se van a sus lugares de reposo. Pasamos la noche en un hotel de Zaragoza. Por la mañana miro el desfiladero desde el cuarto. Hay mucha neblina, mucha llovizna.



Vamos al mercado, desayunamos barbacoa o menudo, todo borrego.



Hacemos compras como hacía muchos años que no hacíamos.



Regresamos a la casa familiar. Pasamos tiempo allí, nos congelamos.


Emprendemos el camino de regreso a eso de las 6 de la tarde, no sin antes surtirnos con cemitas para el camino.