Evitame Porfavor en el Viaje.

Donde lo predecible puede fallar y yo, espantada, escapar no puedo.

3.16.2011

16-23

(En esta foto me parezco a mis tías las chichonas)

Estoy aquí, sin narrar lo sucedido en el día, porque hay poco que decir.
Me levanté, desayuné copiosamente y fui a la tienda por los ingredientes para la cena de despedida que ofreceré mañana.
Haré enchiladas verdes, rojas y de mole. También haré pastel de tamal (para que se acaben).
Si David lee su mail, habrá postre (capirotada guardada de hace días).
Haré agua de horchata o algo parecido.
Daré melón y mandarinitas (o algo así como aperitivo).

Estoy aquí sentada escuchando a Florence que platica con su amiga Kate. Qué extraño es pensar en ellas, que tienen en mente la vida acá, que tienen que los contenga en este país; ellas que se imaginan los años aquí. Y yo estoy por irme y sólo puedo pensar en eso. El corto plazo reina en mí y de los miedos me voy desprendiendo. Habrá cosas que no querré decir de nuevo y que será irremediable volver a contarlas. Habrá pendientes por resolver y muchas cosas que poner en orden.
Ahora reina el silencio, digamos que es silencio, porque escucho el zumbido del calentador y la voz lejana de Florence y su amiga. Deborah, callada ante su ordenador, comiendo nachos y dándole de comer a Josephine en su trompita. La perra Peaches, en el sillón (si no es que se ha movido ya) y Deborah pensando que mañana pondrá una silla en el sillón para que Peaches no se suba de nuevo y deje su aroma canino.
Ahora lo que parece ser la televisión, algunas voces y mi teclado, esperando ser golpeado por mis ágiles dedos.
El celular de Deborah suena, contesta: "Hello...I'm so glad you called...How's you going..."
Termino mi entrada triunfal. Pronto a la ducha voy. Cansada me quedé de hacer setenta tortillas...(¿hablan de mí?)


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