Evitame Porfavor en el Viaje.

Donde lo predecible puede fallar y yo, espantada, escapar no puedo.

10.15.2010

Viernes de tormenta


Despierto, no quiero despertar, duermo, despierto, oigo a la professoressa sacar al perro del infierno a pasear, duermo, despierto. La professoressa dice que sale en cuarenta minutos, que el día está muy feo para tomar el autobús. Me levanto. Sí, el día está muy feo, no sólo llueve, sino que hace viento, no brisa, fuerte viento.
Rápidamente me preparo y salgo con la professoressa. Todo afuera es gris y mojado. Me deja en la puerta del Waterman y espero a clase. Me siento como una niña aún dormida que obligaron a asistir a clase. Leo Nietzsche. La clase comienza. Los compañeros llegan todos mojados; una de ellas, Meredith, creo, me dice que soy afortunada, que me veo muy seca, no alcanzo a responderle que alguien que trajo y que me mojaré más tarde, cuando vaya al centro a tomar el autobús.
La clase es buena, aprendo nuevos usos de conjunciones.
Salgo. Sé que esta vez veré mi suerte. Camino con mi chamarra de España, mis botas de lluvia y un paraguas. Lucho contra el viento; recuerdo que el paraguas no es mío y que no debo dejar que éste se voltee. El viento nos azota, a mí y al paraguas, pero todo bien. Agradezco tener botas de lluvia, agradezco tener esa chamarra... esa chamarra, la heredad.
Llego a la parada del autobús, espero de diez a quince minutos. Lo veo llegar y me subo en él. Adentro, la calefacción; me seca la ropa. Afuera, peor que en el centro, pues estamos casi a ras de la laguna, esquina las verdes montañas. Mucha lluvia, mucho viento.
Bajo del autobús, camino, atravieso el pedazo de monte correspondiente. El viento de pronto azota el agua contra todo y muchas hojas han caído, no sólo las amarillas y rojas, sino muchas verdes.



Entro a casa, me saco la ropa mojada y emprendo la cocinada: Será sopa de pescado.



Como. Espero a la professoressa, pues aún no ha llegado y he cerrado la puerta de vidrio porque el viento la azotaba, la abría y la cerraba.


Llega la professoressa. Mi labor existencial comienzo, pero me gana el sueño. Duermo.
Despierto, duermo, despierto. Algo debo hacer de provecho. Hago finalmente labor existencial a ritmo de Telemann y su Pasión según San Lucas, lo barroco ayuda a tener buen ritmo durante la hechura de notas.
Ceno más sopa de pescado, la cual la professoressa no tocó, ni olió siquiera y vengo acá.

1 comentario:

elgatosonámbulo dijo...

Dejo mis saludos acá, de este lado del mundo. Acá, acá sigo tus textos aunque pocas muy pocas veces los comente. Soy un gato y acá en el bosque soy feliz, en un árbol vivo yo, junto a su raíz...