Evitame Porfavor en el Viaje.

Donde lo predecible puede fallar y yo, espantada, escapar no puedo.

10.05.2010

Reclusión


Despierto. Es un poco tarde. No me lavo el cabello. Me visto. Desayuno. Salgo con la professoressa, a la que también se le ha hecho tarde. Llego a la Uni. El día está muy bonito, las nubes dejan ver el sol y me siento en una banca a leer el cuento para la clase del día de hoy. Me distraigo tomando fotos y leo y tomo fotos.


Entro a clase. Todos los alumnos están perdidos; es que en realidad sí es un texto sólo para hispanohablantes, no es de esos textos que leímos de Sujeto, Verbo, Predicado, no, este cuento tiene figuras retóricas y lenguaje rico.
Termina finalmente la clase. Todos nos alegramos; le digo a Andy que si tiene tiempo; me dice que tiene que hacer para un proyecto de su clase de Religión. Se va. Me encuentro con Teresa, mi Tandenpartnerin y camino con ella hacia el Davis Center; tiene que ir por su auto para manejar a su casa.
Me quedo sola. Me siento en una banca de piedra muy maciza e intento leer a Nietzsche. Me distraigo más que nunca. Veo la gente pasar, andar, chiflar, patinar, comer, platicar. Leo únicamente la introducción del editor. La hora llega en que debo irme con la professoressa a casa.
Llegamos. Me aíslo. Mi cuarto, Turutututú y el twitter, que a veces hace reír y a veces hace enojar. Me entero de los chismes del momento. Intento dormir, mas no puedo. Salgo finalmente y voy a la cocina. No hay comida en la estufa, mas sí en el refrigerador. Caliento el pescado del otro día y como. Como aún no tengo inspiración para la labor existencial y me he quedado sin pan ni galletas para tomar con el té o café de la noche, me pongo a hacer gorditas de maseca-harina con un poco de canela y café.



La professoressa termina su siesta, sube y come también del recalentado de ayer.
Bajo y emprendo –ahora sí– la labor existencial. Gillo Dorfles es bueno, paciente y bien explica, no me desespero en las notas, pero sí me distraigo otro poco cuando veo el sol tan bonito que se cuela por la ventana, mientras escucho música mexicana de orquesta y decido salir a tomar el poniente sol.


Saco mi cámara y después de un par de fotos, escucho graznidos; volteo y vuelan en forma de V, las aves migratorias, por supuesto.



Me alegro de haber salido esos quince minutos al patio.



Regreso y sigo con la labor existencial hasta la hora en que la tripa de la cena me molesta.
Ceno, bajo, escribo el blog mío y ahora aquí estoy.

2 comentarios:

Eliza Lecter dijo...

oye... la foto de la baca esa...mm..

Evitame Porfavor dijo...

¿baca? ¿banca? ¿Ah?