Evitame Porfavor en el Viaje.

Donde lo predecible puede fallar y yo, espantada, escapar no puedo.

11.24.2010

Tamaleeeeees


Despierto. Puse la alarma, de poco sirvió, pero la puse. Duermo un poco más, un poco más, un poco más hasta que llega la hora de que, si no me levanto, la gente que vendrá más tarde, me encontrará indispuesta.
Visto, lavo, subo, desayuno cereal. Tomo una llamada: es la texana pidiendo la dirección o que en quince minutos habla para apuntarla. Llega la professoressa de la Uni. Se da cuenta de que su guisado está salada y se dispone a cortar papas y zanahorias para agregarle y fingir la salazón. Yo, de tonta, me ofrezco a hacerlo. Corto cubitos. Se sorprende ella de que yo no pele la papa, como si no le hubiera dicho cinco minutos antes que yo no pelaba la papa, que jamás había podido usar en mi vida ni el pelapapas ni el abrelatas.
Llegan cuatro: La texana, Amanda, el oriental de California Vay, la hija de dominicanos, Yessenia y el mexicano-texano, Jesús.
Traen la manteca, hojas, chiles, queso.
Los pongo a hacer tamales. La texana y el oriental de California, amasan, en tanto los dos hacen como que hacen, hasta que pongo a la hija de dominicanos a hacer rajas con jalapeños. Termino de picar los cuadritos, los cuezo, superviso la masa, remojo las hojas, cuezo los chiles y les ayudo a seguir con el amase.
Decidimos que la masa está lista para untarse (de todos modos es maseca).
La tarde se pasa en eso, en chismes sobre fulanos que no conozco, maestros que no conozco y videos sobre cómo hacer tamales. Llenamos una tamalera y seguimos.



Llega la hora del hambre, justo cuando las hojas se acaban y aún tenemos masa y guiso. Ni modo. Comemos el guiso en tostadas y guardamos la masa, mientras tanto los tamales se cuecen felizmente.



Todos cansados, bajan a ver la Tv. Checo los niveles del agua (cual si fuera auto) y bajo también, pero a leer.


Los tamales están listos, todos. Los repartimos. Ellos parten.



Leo hasta que decido que es tiempo de la ducha.
Aquí estoy.

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