Evitame Porfavor en el Viaje.

Donde lo predecible puede fallar y yo, espantada, escapar no puedo.

11.01.2010

Día de muertos


Los ojos se abren, yo los cierro; a veces olvido cuánto me gusta dormir y viceversa. La hora límite está aquí. Me visto.
Subo y la professoressa está calificando, asumo que este día no habrá ride para mí. Bajo y hago mis cosas rápido. Salgo.
Afuera hace frío, dice mi yahoo que son 2ºC. Llevo mis ropajes, chaleco, suéter, bufanda, gorro. Aprovecho el Wi-Fi de la parada y juego un poco. Subo al autobús. Esta vez será LCD Soundsystem quien me acompañe.
Llego a clase. La alergia me ataca: ojos llorosos y mocos, largos mocos. Sí, existe la alergia al frío y está en mí (¿o será hipersensibilidad al frío?). Los primeros minutos de la clase son los más sufridos, después todo va bien.
Salgo con premura, pues hoy es el día de cocinar a los muertitos en pipián y tal vez hacer otro pan de muerto. Alcanzo el autobús. Subo. Bajo. Llego a casa. Huele a comida. La professoressa ha hecho caldo. Como con apetito y ni reposo, pues hay labor culinaria por hacer.
Hago el pipián, le pongo calabaza y el pollo del itacade de la cena del domingo. Un poco de calabaza en dulce, le agrego la que ya había hecho. Amaso el pan, lo reposo, amaso.
Está listo el altar.



Después bajo a leer un poco. Termino la introducción de menos. Miro tv. Recuerdo a mi amigo Fali –el cual jamás lee mi blog– porque veo La Familia Adams. Me baño y visto. Subo a meter el pan al horno (el más raro de mis panes).


Bajo, subo, bajo, subo. Tomo chocolate con pan (finalmente), subo, bajo. El pan está listo.
Estoy aquí.