Evitame Porfavor en el Viaje.

Donde lo predecible puede fallar y yo, espantada, escapar no puedo.

2.03.2011

Candelaria


02.02.2011

Me levanto tarde. Las sábanas se me han pegado. Despierto con el mensaje: "Tengo que esperar, tengo que esperar". Sé también que he soñado otras muchas cosas.
Salgo de cuarto, mas Florence me gana el baño. Desayuno en lo que ella toma su ducha. Este día no saldrá, debido a la tormenta de nieve.
Intento la labor existencial, pero un mail de Amy, la de asuntos estudiantiles internacionales, me hace buscar cartas, preguntar por mi madre, distraerme de mi labor.
Termino con la búsqueda, mando mails y sigo con la labor existencial, mas pronto siento hambre. Salgo a la cocina a cocinar: arroz y pechuga fileteada por mí.
Mientras empiezo a comer, llega Deborah. Me apresuro, visto y salgo a ayudarle con el paleo de la nieve; ha nevado bastante y es mejor hacer la nieve a un lado cuando aún es suave.
Deborah, Florence y yo paleamos la entrada del garage.


Llega mi hora de la cita con David; probablemente llegue también Gisela.
Como vivo a tres cuadras de su casa, camino hacia allá lo más rápido que puedo, pues todo está hermosamente cubierto y recubierto de nieve.



Llego con él y cenamos, platicamos, la familia, los horrorosos contratiempos con la que ya no existe en este espacio. Gisela manda mensaje. Llegará a Vermont.
La esperamos.
Llega casi a media noche a casa, con una maleta repleta de regalos, comida y poca ropa.
David recibe sus regalos, yo los míos.



Somos felices y cansados.



Casi a la 1am regreso a casa, donde Deborah aún ve su teleserie.
Me sacudo la nieve, quito las botas y acomodo mis golosinas en la alacena.
El café huele bien. El mole aún no es abierto. Un poco de pan de dulce y una pequeña libreta con dibujos de mi gato que me hace soltar lagrimitas dulces.

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